Hablemos. De transformacion.

De la que te revuelve por dentro y no se muestra por fuera. Hasta que el día menos pensado llega y todo sale a la luz.

Ayer leía que cuando una persona se abre de par en par tiene una vertiente tanto positiva como negativa. Sin embargo, todavía no consigo entender bien él porque de esta ultima.

Hablaban haciendo referencia a que se percibe como negativo el hecho de abrirse y mostrarse vulnerable por aquello de que los demás se aprovechen de ti. Otra. Vez. No, por favor.

Estoy de acuerdo con que vivamos en un mundo llamado hostil por defecto, donde es mas fácil gritarle a alguien a la cara que resolver tus propios traumas, y ser amable de frente, de espaldas y de lado.

Un mundo donde la amabilidad no debería ser vista, si no percibida con sutileza. Porque ahí, en lo sutil precisamente, existe la transformación más profunda y de mayor impacto en esta Tierra, una, universo en el que nos ha tocado compartir nuestras relaciones y vidas kármicas.

Escuchen, queridos y queridas, quitémonos del centro de ambos hemisferios de nuestro cerebro la idea de que abrirse significa recibir hostias de vuelta.

Os recuerdo y comparto mi perspectiva, y me recuerdo ya de paso, que la responsabilidad de nuestro sufrimiento existe desde el individuo.

Somos creadores de nuestra propia realidad, y todo lo que percibimos lo hacemos desde nuestros sentidos que promueven un movimiento y reacción en nuestras células. Únicas, y muy diferentes a las del ser que tenemos en frente.

Dentro de nuestras diferencias, cada transformación individual se convierte en colectiva, y no por ello la responsabilidad siempre se comparte.

Sí lo hace el espacio, sin embargo, os animo a explorar vuestra vulnerabilidad, sensibilidad, y manifestar empatía como un primer paso para aprovecharse. No del que tenemos en frente, si no hacerlo del tiempo que tenemos a nuestra disposición para crear una mejor versión de nosotrxs mismxs.

 
 
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