Rendirse no es de cobardes.

Os pongo en preaviso: la energía de esta la luna llena que patrocina este espacio sin pelos en la lengua, y mucho que poner sobre la mesa, viene fuerte.

Empecemos por una pregunta, ¿a ti que te habían contado?

Que hay que ser valientes, que a cada hostia es mejor poner la otra mejilla, que si te dicen que hagas algo, mejor no discutirlo. Por supuesto, ten miedo de lo que tu jefe, padre, madre, amigo, amiga, pareja, o quien sea te diga porque sera más verdad de lo que tu mismo creas o consideres.

También nos dijeron que ser fuertes es fundamental en la vida, y que rendirse es de cobardes, de no luchadores, de aquellos que permanecen por eso del ‘que dirán’ sin reconocer que su estómago les pide a gritos marcharse.

Escucha, o más bien lee esto;

Rendirse ante la vida no es sinónimo de fracaso.

Rendirse ante la vida es abrazar la incertidumbre desde la quietud que te habla y dice que todo va a salir adelante.

Rendirse no es más que una apertura de pecho de par en par, mediante la que todo aquello que decidimos bloquear por miedos habitando en nosotros, sale a manifestar una buena somanta de sorpresas.

Es compensar la frenética actividad a la que nos sometemos a diario. Es regalarnos el espacio para traer a la consciencia todo aquello que escondemos tras una fachada de apatía automática. 

Es parte de ti y del camino que has elegido.

Es hacerte la promesa de que quieres y puedes abrazarte a cada segundo sin miedo a perder el tiempo, si no integrar las posibilidades que la vida te trae al frente sacándoles el máximo provecho.

A ti, valiente.

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